Hoy vendrían a cenar los padres de Mateo, Marta y Mario, y su hermana, Martina con nosotros. Mis padres los habían invitado para que no pasaran solos, más allá de que ya era tradición pasar estas fechas con ellos; eran parte de la familia ya.
El día se pasó rápido entre el orden de la casa y los últimos arreglos para la comida; la tardecita llegó y con ella empezaron a llegar algunos de la familia, tíos, primos, entre otros.
-Pepe, ¿podes ir a comprar más leña? Por favor.-me preguntó mi padre.-
-Sí. Romi, ¿me acompañas?-le dije a mi sobrina, necesitaba compañía, y quién mejor que ella.-
-Si.-dijo entusiasmada.-
Con la más pequeña de la familia fui en busca de leña, y la verdad, agradecía haber ido con ella, lo que me había hecho reír todo el camino era impresionante.
Esa etapa de la vida si que era linda, esa etapa donde nada te importaba, donde los únicos problemas que tenías era caerte y rasparte las rodillas, o que se te rompiera un juguete. Esa etapa donde no entendías y eras feliz con tu propio mundo. Definitivamente, si pudiera darle un consejo a Romina era el no crecer, pero claro, era algo imposible.
Toda nuestra infancia vivimos engañados en un continuo "quiero crecer", "quiero ser grande"; veíamos a los adultos, y nos parecían increíbles, hasta a veces súper héroes, pero era todo mentira, una farsa; y ahora... quería volver a ser chico.
-Pepe... Pepe.. ¡Pedro!-sentí el grito de Hernán, mi hermano.-
-Ay, no grites boludo.
-Es que no me dabas corte.
-¿Qué pasó?
-Vení que llegaron los padres de Mateo.-dijo y fui rápidamente a saludarlos.-
-Hola, ¿cómo están?-dije mientras saludaba a uno por uno, dejando a Marta para el final, dándole un cálido abrazo.-
-Pedrito, como se puede, ¿vos?-me dijo Mario.-
-Y... acá andamos.
-Te trajimos algo que encontramos, que seguro quieras tener.
-¿Qué cosa?
-¿La tenes vos Martita?
-Sí, saludamos y te lo doy.
-Dale, pasen tranquilos, si quieren les dejo las cosas en el cuarto de mis padres.
-Ahora vamos nosotros, no te preocupes.
-Pepe, ¿le llevas esto a tu padre?
-Sí, dame.
Acompañé a los Suárez a saludar al resto de mi familia y le llevé a mi padre las pinzas de la parrilla que me había dado mi madre.
-Gracias hijo.
-¿Necesitas algo más?
-No, gracias.
-De nada.
-Pepito, vení, acompáñame a guardar esto, y de paso te doy lo que te dijimos.-me dijo Marta, y le hice caso.-Esto lo encontramos el otro día revisando algunas cosas de Mateo. Está sin leer, no sabemos por qué no te la dio, pero creemos que mereces leer lo que dice, y tenerla ya que es tuya.-me entregó una carta, y no entendía por qué Mateo me había escrito una.-
-Gracias, y sinceramente, no entiendo el por qué de una carta, pero claramente me encantaría leerla.
-No tenes que agradecer, al contrario, yo tengo que agradecerte a vos y a tu familia por haber querido y cuidado tanto a Mateo en varias oportunidades.
-La verdad, que era un placer, así como él y ustedes me cuidaron a mí tantas veces.-me fundí en un abrazo.-Te quiero Martita.
-Yo a vos Pepe, de verdad, ya lo sabes, siempre te sentimos como un hijo más. Ahora, me voy y te dejo así lees la carta tranquilo.-y no me dejó responderle que ya estaba fuera de la habitación.-
Abrí el sobre y me encontré con una carta un poco larga, cosa que me intrigaba. ¿Por que Mateo me habría escrito una carta? ¿Qué me quería decir, que no tenía confianza para hacerlo cara a cara?
Dejé mis dudas y comencé a leer aquel papel...
Espero que les guste.
Hermoso
ResponderEliminarAaaa quiero saber qué dice esa carta.. presiento que ahí voy a llorar.. quiero otro!!
ResponderEliminar@natiamorporpepe
Como me vas a dejar cn tanta intriga
ResponderEliminarNo podes dejarla ahí, quiero el próximo yaaaaa! Me encanto
ResponderEliminar@miika_pyp
Basta de intriga, quiero leer el próximo!
ResponderEliminarAy Antonella como te gusta la intriga la Puta madre @fearlesspyp
ResponderEliminarSeguiii
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