sábado, 29 de abril de 2017

Capítulo 64

Cuando me desperté aún seguía con esa rara y fea sensación en mi pecho. Necesitaba hacer algo para sacar eso de mi cuerpo, de mi mente.
Me fui a mi casa, luego de ordenar el cuarto donde había dormido y al llegar le mandé mensaje a Paula, era la única persona que podía lograr calmarme.
-"Paupi, si podes veni, te necesito."
Su respuesta por suerte no se hizo esperar, demoro tan solo unos segundos en responder: "Pepe, ¿qué pasó? Salgo del súper directo para ahí."
Decidí darme un baño, relajarme, estaba demasiado pasado de revoluciones.
-Pepe, ¿qué pasó?-me preguntó Paula mientras me abrazaba, yo me largue a llorar como un nene.-Eu, vení, vamos a sentarnos.
Creo que estaba descargando todo lo que tenía guardado, con Pau era una de las pocas personas con las que me permitía sentirme así de vulnerable, sabia que no tenía por qué avergonzarme.
-Gordito, ¿estás mejor?-me preguntó mientras acariciaba mi pelo.-
-Gracias.
-No tenes que agradecer, ¿qué pasó?
-Ayer me dieron una carta, que Mateo me había escrito.-vi como me miraba sin entender.-No sé cómo reaccionar todavía ante lo que leí, mi mejor amigo, el que yo consideraba hermano, diciéndome que se cortaba, diciéndome que le gustaban los hombres, pero aún así, seguía con mi hermana.
-Pepe...
-Tranquila, sé que no debes ni saber que decir, y te entiendo, porque yo estoy así, no sé qué pensar, no sé cómo reaccionar. De solo pensar que si mi hermana se entera de eso le rompería el corazón; me dan ganas de revivirlo y matarlo, pero no, es mi amigo, y lo entiendo en parte. Por otro lado, me vivía diciendo cosas a mi, y terminó haciéndose lo mismo, y yo no estuve ahí para impedírselo, para hacerlo entrar en razón.-volví a estallar en llanto.-
-Ya está Pepe, ya pasó, no podes cambiar el pasado.
-Pero no es eso Paula, ya sé que no puedo cambiar el pasado. Si lo pudiera cambiar, mi amigo no estaría muerto.-dije enojado.-
-Para un poco.-y si, se enojó ella también.-Lo de Camila, si se entera, se entera. Vos no tenes porqué decírselo, ni porqué ocultárselo, porque si se entera que vos lo sabías, ahí si, va a estar mal y peor, se va a enojar contigo; y dudo que quieras eso. Yendo a lo otro, ¿vos te cortabas?-ante lo último que dijo, me di cuenta de que le había confesado eso.-
-Ya sé, pero es mi hermanita, se va a terminar enterando tarde o temprano.-esquivé su pregunta.-
-Pedro.
-¿Qué?
-Mírame a los ojos y respóndeme, ¿vos te cortabas?-agarró mi cara entre sus manos y me obligó a mirarla.-No tenes que tener vergüenza conmigo.
-Sí, cuando era más chico.
-¿Por qué lo hacías? No era salida de nada.
-Ya lo sé, pero lo hacía, simple como eso.-si había cosas que odiaba era que me preguntarán sobre eso.-
-No es respuesta eso Pedro.
-No me gusta hablar de esto. 
-Quiero ayudarte.
-Es algo del pasado.
-¿Me vas a decir que en momentos así no te dan ganas de hacerlo de nuevo?-golpe bajo, muy bajo.-Eso no queda en el pasado.
-Paula, si vas a hablar de esto, sabes dónde está la puerta.
-Uff... a ver, cambiemos de tema entonces. ¿Queres que cocinemos algo?
-No tengo hambre.
-Tenes que comer, mañana nos vamos, dale, cámbiame la carita.-dijo mientras me daba besos en el cuello.-
-Dale, vamos.-dije al tiempo que me levantaba y la tomaba de las manos para que ella también se pare.-
-¿Torta? ¿Almuerzo?
-¿Vos ya almorzaste?
-Sí, pero puedo comer de nuevo contigo.
-Mmm... prefiero hacer algo de merienda.
-Pero tenes que alimentarte.
-Algo de merienda, después cenamos bien y mañana, sabes cómo voy a comer en punta.-la agarre de la cintura y diciéndole esto último en el oído, logrando producirle escalofríos.- 

Volví, ahr. Espero que les guste. 

lunes, 17 de abril de 2017

Capítulo 63

"Se me hace un poco difícil esto, pero creo que es hora de que lo sepas. Sé que por ahí, la pelea me sirvió para darme cuenta de que tengo que confiar en vos, digo, sos mi mejor amigo; y no tengo que porqué andar ocultándote cosas. Sincerándome, debo decir que últimamente no la estoy pasando bien. Hay cosas que tenes que saber, que mereces saber. Quizá lo tomes bien, como quizá lo tomes mal y no me quieras hablar, ni ver; espero que lo tomes bien, ya que sos alguien importante en mi vida, como un hermano para mi.
Hoy me preguntabas que eran las marcas de mi muñeca, y la realidad es que, no son arañazos de gatos, ni de Loli, mi perrita, tampoco se rompió ningún vidrio por error, esas marcas son cortaduras, si, hechas por mi. Llegó un momento que no aguanté más, sé que está mal, pero no encontraba otra salida, he llegado a hacerlo con el deseo de desaparecer, de no tener que aguantar algunas cosas. Te preguntarás desde cuando pasa esto, y la simple respuesta es, desde hace unos meses. Hay otra cosa que no sabes, puede que me juzgues, y te entiendo, pero... me siento atraído por los hombres, no es necesario decir ni por qué... También soy consciente de que me vas a odiar por el simple hecho de saber que estaba en algo con Camila, y no sentía nada por ella. La culpa... otro de los factores por los cuales me autolastimaba, ni ella ni vos merecen esto que yo hago.
No te pido que me entiendas, ni que no me odies, solo merecías saberlo. 
Sinceramente, no me daba para decirte todo esto en la cara, de la sola vergüenza que me da decirlo. 
Te quiero, y te siento un hermano, te lo repito. Espero que cuando leas esto, y tomes una decisión, te acuerdes de todo lo que vivimos juntos; si decidís no hablarme, lo voy a entender, aunque espero que sea lo contrario, porque si sigo acá, es gracias a vos, gracias a nuestra amistad.
Te quiero. 

Mateo."

Sinceramente no podía asimilar todo lo que había leído, no sabía si quererlo, si odiarlo, no sabía qué hacer. Técnicamente había usado a mi hermana este tiempo, y eso no lo perdonaba, yo lo sentía igual que él a mí, como un hermano, pero jugó y uso a mi hermana,  me sentía traicionado por mi propio amigo, ni siquiera sentía la necesidad de llamarlo amigo. Me sentía dolido, defraudado, con él y conmigo, por no haberme dado cuenta; mi mejor amigo se había intentado suicidar y yo ni me había percatado.
Tiré la carta a un costado y me puse a llorar como un nene, no podía comprender lo que pasaba. ¿Por qué  nunca había llegado a darme esa carta? ¿Por qué no había tenido la confianza de decírmelo cara a cara?
¿Por qué tantas vueltas para confiarme que le gustaban los hombres? Lo de las cortaduras en parte se lo entendía, porque en un pasado lo había hecho, y la vergüenza que me daba admitirlo, era increíble, pero decirme que sentía atracción por los hombres, sabia que era abierto; que no lo iba a juzgar.
Aunque... nunca iba a encontrar las respuestas a esas preguntas.
Tampoco podía pegarle como tenía ganas por haber "usado" a mi hermana; de lo único que estaba seguro, era que Camila no tenía que enterarse de eso, ni leer nunca ese papel, debería guardarlo bajo mil llaves. Estaba seguro de que eso le rompería el corazón, y no estaba al cien por ciento mentalmente, para que otra persona allegada a mi, esté peor de lo que ya está.
Las ganas de volver a mi forma de ser del pasado me
invadieron, pero era consciente de que eso estaba mal, no podía defraudar a mi familia, y tampoco me podía defraudar a mi, más de lo que ya lo había hecho.
Tenía que aferrarme al recuerdo de Mateo, a él tampoco le gustaba, es por eso que tampoco entendía cómo había llegado a ese punto de autolesionarse él  también. Por suerte, reaccioné antes de que fuera tarde, y tiré aquel objeto cortante lejos, y con bronca; no podía hacer esto, no otra vez.

Espero que les guste...

miércoles, 12 de abril de 2017

Capítulo 62

Creo que no llegué a leer ni dos palabras de lo que decía la carta, que apareció Camila en el cuarto de mis padres.
-Pepe, perdón que interrumpa, papá te necesita.
-¿Justo ahora?
-Sí, dale Pepe, no los quiero de mal humor.
-Ok, decile que ya voy.
-Ya.
-Uff que pesados.-me levanté, guardé la carta en el bolsillo de mi jean y fui a donde estaba mi padre.-Pa, ¿qué pasó?
-Necesito que con tu hermano pongan la otra mesa, porque estás dos no nos dan, calculamos mal.
-Bueno, ¿mantel le pido a mamá?
-Y si Pepe.
-Cabeza, ayúdame con la mesa del quincho.-le pedí a Hernán, quien estaba hablando animadamente con Martina.-
-Pedile a Lucas.
-Dale tarado, ayúdame.
-No jodas.
-Uy que pendejo que sos.-le dije visiblemente enojado.-
-Lucas, ¿me ayudas con la mesa del quincho? Por favor.
-Pedile a Hernán.
-No quiere. Ayúdame dale, no hagas que papá se enoje. No te cuesta nada.
-Y a Hernán tampoco, siempre somos nosotros los que tenemos que hacer las cosas.
-Hoy te pido no pelear, y que me ayudes. Por favor.
-Dale, vamos, pero esta no se la voy a perdonar.
-Deja de querer pelear Lucas.-me reí, no podían llevarse tan mal.-
Pusimos la mesa del quincho junto a las otras dos mesas que estaban en el patio, pusimos los manteles y después él se fue con mis primos y yo con Camila.
-Estupida.-le pegué en la cabeza.-
-Siempre tan amoroso vos.
-¿Viste?
-Sí. ¿Se puede saber que estabas leyendo cuando entré al cuarto?
-No, no se puede saber.
-Creí que había confianza.
-Después de que lo lea yo, te cuento.
-Más te vale. Contame de tu vida amorosa.
-Me voy a Punta del Este.
-¿QUÉ?-gritó.-¿Por qué? A mí nunca me llevaste y a ella si, una vez que me estaba cayendo bien.-dijo enojada, y yo estallé en carcajadas.-
-No podes ser tan celosa Camila.
-Ni siquiera es tu novia.
-Por ahora. Cuando vuelva nos vamos a algún lado, te doy tiempo de juntar plata.
-No, no quiero.
-Que caprichosa sos, Dios.
-Jodete, es lo que te tocó. Sacando esto, me está cayendo bien la pendeja.
-Y vos que la odiabas.
-No quería que te lastimara.
-Tranquila y gracias por cuidarme siempre. Te amo Camilita, a pesar de toda pelea.
-Ay que asqueroso, te tiraría agua para que dejes lo cursi. ¿Qué hicieron con mi hermano?
-Te odio.
-Gracias, pensé que te había perdido.-nos reímos y nos fundimos en un abrazo.-
-¡A comer!-gritó mi padre.-
No había nada más lindo que pasar las fiestas en familia, con amigos; estas fechas no las cambiaba por nada. Se sentía la ausencia de algunos, pero indirectamente sabíamos que estaban; en cada costumbre adoptada, en cada anécdota, en cada recuerdo y mente de cada uno.
Un Año Nuevo entraba, deseos de buenas cosas venían, deseos de felicidad y no más pérdidas de personas importantes también.
Esperar que sea un buen año por sobre todas las cosas, para cada uno de los que estaba en esta mesa, y los que no, pero que indirectamente estaban ahí conmigo también.
Los saludos cálidos, los fuegos artificiales, el brindis, todo eso que hacían únicas las fiestas era algo que tampoco cambiaría nunca; ver la felicidad y el miedo de mi sobrina, la inocencia que tenía, era tan linda.
Después de saludar a todos, me separé un poco para pensar en él, en mi mejor amigo, quien estaba ahí presente, yo lo sentía presente, como en cada paso que daba en mi vida. El recuerdo rápido de todas las cosas vividas junto a él en tantos años, se me vinieron a la mente; hasta que mi celular indicando una llamada interrumpió.
-¡Feliz año!-escuché la voz alegre de Paula del otro lado.-
-Ey, feliz Año Nuevo gordita. ¿Cómo estás pasando?
-Bien, ¿vos? Tenes la voz medio rarita, muero por ir a darte un abrazo y un beso.
-Bien, me puse a recordar un poco. Ay lo que lo necesito. Te quiero sabes.
-Yo también Pepe, ahora te dejo así brindamos acá. ¿Te veo mañana?
-¿A la tarde?
-A la hora que sea, pero quiero verte.
-Mañana arreglamos bien, te quiero preciosa.-le dije con voz tierna, la quería tanto.-
-Te quiero Pepe, nos vemos.-nos despedimos y cortó.-
Cerca de las cinco de la mañana, comenzaron a retirarse todos, y luego de ordenar un poco, decidí ir me acostar, había sido un día agotador.
Cuando me saque el pantalón cayó un papel, sí, la carta; como por arte de magia, el sueño que tenía se fue, y la intriga me volvió a carcomer.
Me senté en la cama y comencé a leer.... "...."

Espero que les guste. 

martes, 11 de abril de 2017

Capítulo 61

Treinta y uno de diciembre, último día del año, ese día en el que se dejaba vía libre a todo tipo de recuerdo y pensamiento, día en el que el recuerdo de Mateo se hacía muchísimo más fuerte que en todos los demás.
Hoy vendrían a cenar los padres de Mateo, Marta y Mario, y su hermana, Martina con nosotros. Mis padres los habían invitado para que no pasaran solos, más allá de que ya era tradición pasar estas fechas con ellos; eran parte de la familia ya.
El día se pasó rápido entre el orden de la casa y los últimos arreglos para la comida; la tardecita llegó y con ella empezaron a llegar algunos de la familia, tíos, primos, entre otros.
-Pepe, ¿podes ir a comprar más leña? Por favor.-me preguntó mi padre.-
-Sí. Romi, ¿me acompañas?-le dije a mi sobrina, necesitaba compañía, y quién mejor que ella.-
-Si.-dijo entusiasmada.-
Con la más pequeña de la familia fui en busca de leña, y la verdad, agradecía haber ido con ella, lo que me había hecho reír todo el camino era impresionante.
Esa etapa de la vida si que era linda, esa etapa donde nada te importaba, donde los únicos problemas que tenías era caerte y rasparte las rodillas, o que se te rompiera un juguete. Esa etapa donde no entendías y eras feliz con tu propio mundo. Definitivamente, si pudiera darle un consejo a Romina era el no crecer, pero claro, era algo imposible.
Toda nuestra infancia vivimos engañados en un continuo "quiero crecer", "quiero ser grande"; veíamos a los adultos, y nos parecían increíbles, hasta a veces súper héroes, pero era todo mentira, una farsa; y ahora... quería volver a ser chico.
-Pepe... Pepe.. ¡Pedro!-sentí el grito de Hernán, mi hermano.-
-Ay, no grites boludo.
-Es que no me dabas corte.
-¿Qué pasó?
-Vení que llegaron los padres de Mateo.-dijo y fui rápidamente a saludarlos.-
-Hola, ¿cómo están?-dije mientras saludaba a uno por uno, dejando a Marta para el final, dándole un cálido abrazo.-
-Pedrito, como se puede, ¿vos?-me dijo Mario.-
-Y... acá andamos.
-Te trajimos algo que encontramos, que seguro quieras tener.
-¿Qué cosa?
-¿La tenes vos Martita?
-Sí, saludamos y te lo doy.
-Dale, pasen tranquilos, si quieren les dejo las cosas en el cuarto de mis padres.
-Ahora vamos nosotros, no te preocupes.
-Pepe, ¿le llevas esto a tu padre?
-Sí, dame.
Acompañé a los Suárez a saludar al resto de mi familia y le llevé a mi padre las pinzas de la parrilla que me había dado mi madre.
-Gracias hijo.
-¿Necesitas algo más?
-No, gracias.
-De nada.
-Pepito, vení, acompáñame a guardar esto, y de paso te doy lo que te dijimos.-me dijo Marta, y le hice caso.-Esto lo encontramos el otro día revisando algunas cosas de Mateo. Está sin leer, no sabemos por qué no te la dio, pero creemos que mereces leer lo que dice, y tenerla ya que es tuya.-me entregó una carta, y no entendía por qué Mateo me había escrito una.-
-Gracias, y sinceramente, no entiendo el por qué de una carta, pero claramente me encantaría leerla. 
-No tenes que agradecer, al contrario, yo tengo que agradecerte a vos y a tu familia por haber querido y cuidado tanto a Mateo en varias oportunidades.
-La verdad, que era un placer, así como él y ustedes me cuidaron a mí tantas veces.-me fundí en un abrazo.-Te quiero Martita.
-Yo a vos Pepe, de verdad, ya lo sabes, siempre te sentimos como un hijo más. Ahora, me voy y te dejo así lees la carta tranquilo.-y no me dejó responderle que ya estaba fuera de la habitación.-
Abrí el sobre y me encontré con una carta un poco larga, cosa que me intrigaba. ¿Por que Mateo me habría escrito una carta? ¿Qué me quería decir, que no tenía confianza para hacerlo cara a cara?
Dejé mis dudas y comencé a leer aquel papel...

Espero que les guste.

lunes, 10 de abril de 2017

Capítulo 60

-Al final prefería ir al shopping de compras, creo que iba a sufrir menos.-dije cuando salimos de la sala.-
-Sos un exagerado Pedro. ¿No te gustó la película?
-No, horrible, todos enanos celestes. Encima la sala estaba llena de nenes, y nosotros ahí.
-Exageras todo.
-Para peor, tenías que comer pop.
-Obvio nene, las películas se comen con pop, ¿qué te pensas?
-No se miran con pop, Romina nunca come pop cuando viene conmigo.
-Ay Pedro le estás arruinando la infancia a la pobre chica; falta que me digas que no miran dibujitos y te mato.
-Sí, eso si. Barbie, princesas, etc.
-Y conmigo no querías mirar los pitufos.
-Paula tenes casi veintiún años, ¿es broma?
-¿Qué tiene que ver? ¿No me pueden gustar los dibujitos?
-No.
-¿Quien dice?
-Yo. 
-Seguro si sale alguna película de dibujito de superhéroe de cabeza te tiras a mirarla.
-Para nada. ¿Quiere ir a Mc donalds la nena?
-Ay si.
-¿Cajita feliz?-le dije con tono burlón.-
-Ahora el gracioso sos vos, con tal de hacerte pasar vergüenza te juro que comería una cajita feliz.
-Ni se te ocurra.-la miré desafiante.-
-¿Y si lo hago?
-Te mato, cortita y al pie.
-Violento.
-Cállate, haceme el favor.
-Cállame.
-Deja de provocarme.
-No tengo ganas.
-Hoy realmente pareces una pendeja, aflójale.
-¿Qué pasa? ¿No te gustan las pendejas?
-No.
-Que lástima, porque yo soy una pendeja.
-Bien que en la cama no lo sos.-le dije en el oído, lo que le causó un escalofrío, y se alejó.-
-¡Pedro!
-¡Paula! Vamos dale.
Fuimos hasta el mc ubicado en la plaza de comidas del shopping, por suerte estaba dentro de todo vacío, ya que siempre que iba estaba repleto.
-¿Qué vas a comer?
-Una cajita feliz.
-Dale Paula, no estoy para chistes.
-Ey, mal humorado. ¿Qué te pasa?
-Nada.
-Deciselo a tu cara.
-Cara, cambia porque piensan que me pasa algo.
-Dale estupido.-se rió.-Quiero un doble cuarto.-
-¿Combo agrandado? ¿O te compro la hamburguesa y una coca, y te comes mis papas?
-Combo normal, más tus papas. 
-Bueno, anda a buscar asientos que yo compro.
-Toma.-dijo queriéndome dar plata.-
-Si piensas que vas a pagarte la comida estás equivocada, pagó yo.
-Pedro, los pasajes, el cine, y ahora la comida ¿también? No puedo permitir que pagues todo vos.
-Que lástima, porque voy a pagar yo.
-Ni que fueras mi novio para que me pagues todo.-largó visiblemente enojada.-
-Por ahora.-besé sus labios y la mandé nuevamente a buscar lugar.-

Corto pero ta. Espero les guste.

domingo, 9 de abril de 2017

Capítulo 59

-¿En serio?
-Sí, en serio. ¿Queres o no?
-Obvio que quiero, pero..
-¿Qué?
-¿Es real?
-Sí gorda, nos vamos a Punta del Este, por dos semanas.
-Ay te quiero mucho.-saltó sobre mí y me dio un beso apasionado mientras me abrazaba fuerte.-Quiero irme ya.
-Ansiosa, faltan unos días. Igual, tenía miedo.
-¿Miedo de qué?
-Que me dijeras que no.
-¿Por?
-Porque ni novios somos.
-No necesito tener el rótulo de novia, para irme de viaje contigo.
-Entonces, en unos días nos vamos solitos de vacaciones.-la abracé.-Gracias por aceptar.
-No tenes nada que agradecer, igual, no me gusta que gastes por mi, eso si me molesta, más si no somos novios.
-Shh... es un regalo, no necesito el rótulo de novios para hacerte regalos ni para pagar un viaje juntos. Si lo hago es porque puedo.
-Pero..
-Pero nada, te lo mereces y quise hacerlo.
-No sé si lo merezco, pero gracias de verdad.
-Te quiero mucho, y te mereces esto y más. Siempre.
-Te quiero Pepe, gracias por todo.
-Vuelvo a decirte, te lo mereces.
-Te quiero mucho.-dijo besándome.-
-Yo también te quiero bonita.-le dije para luego besarla nuevamente.-
Felices y hablando entre risas, terminamos de merendar.
-¿Queres mirar una película? ¿Ir al parque? ¿Shopping?-le pregunté después de llevar a la cocina las cosas utilizadas en la merienda.-
-Mmm... ¿vos que tenes ganas?
-Mientras sea contigo, cualquier cosa.
-Ir al shopping sería un castigo para vos, vayamos a ver alguna película.
-¿Cuál?
-Vemos allá, cuando lleguemos.
-Bueno, me cambio y vamos.
-Anda así, si estás re lindo.
-Mmm...-dude.-
-En serio.
-Bueno, vamos entonces.-tomé su mano y así fuimos al estacionamiento.-
El viaje fue tranquilo, en silencio, aunque este último no era incomodo sino cálido. Disfrutábamos el estar juntos, uno al lado del otro, disfrutábamos ese momento.
Cuando llegamos al shopping fuimos directamente al cine, a ver qué películas había.
-¿Que miramos? Mucho no hay para ver.
-Los Pitufos.-dijo Paula.-
-Estás loca, un no rotundo.
-Dale Pepe.
-Paula, ¿cuántos años tenes? ¿Dos?
-No seas malo.
-No Paula, y es mi última palabra. 
-Porfi.-me hizo ojitos, pero no me iba a convencer, bajo ningún término.- 
-No, para mirar estas películas vengo con mi sobrina.
-Pedro, dale.
-Pareces una nena caprichosa, no voy a mirar una película para nenes chicos.
-Sos malo.
-Sí, malísimo. Elegí otra cosa.
-No quiero mirar nada.-si, se había enojado. No podía ser tan caprichosa.-
-Paula.
-¿Qué?
-Dale, vinimos a pasarla bien.
-Pero quiero mirar los pitufos.
-Me terminas ganando por cansancio, primera y ultima vez que miramos una película para pendejos.
-Ay él, el grande. Estupido.
-¿Perdón?
-¿Qué?-preguntó haciéndose la inocente.-
-Repetí lo que dijiste.
-¿Yo? No dije nada.-se escudó riéndose.-
-Ahora te haces la graciosa, muy bien. 
-Gracias, ya sabía que hacía bien las cosas.
-Chistosa, vamos antes que me arrepienta.
Tal como le dije, fuimos a sacar las entradas, si, se había salido con la suya. La iba a sufrir, odiaba ese dibujito, mucho celeste, y encima eran muy idiotas los muñequitos; lo hacía porque la quería y porque era ella, eso estaba claro.
-¿Podemos comprar pop?
-¿Es necesario? Odio que me estén comiendo pop al lado.
-Sí, es necesario.
-Tengo que mirar una película de pendejos y encima fumarme que me comas pop al lado?
-Sí.
-¿Y por qué debería hacer eso?
-Porque me queres mucho.
-Claramente lo hago por eso, si fueras otra la mandaba a la mierda.
-Te quiero.-me besó y emprendió camino hacia el candy del cine, para comprar el bendito pop.-

Espero que les guste.